La obesidad: la epidemia de los tiempos actuales
( Creces, 2008 )

La obesidad se ha transformado en un grave problema de salud. Su incremento ha alcanzado las características de una verdadera epidemia que afecta preferentemente a los pobres.

Los mas altos porcentajes de obesidad se no se están observando en los países desarrollados, ni tampoco en los mas pobres. Pero sí en aquellos que en los últimos años han comenzado a mejorar, es decir, en los países en transición, y dentro de ellos, en los grupos menos privilegiados. El gráfico 1 agrupa los 20 países que en la actualidad presentan los mayores porcentajes de obesidad. Estados Unidos ocupa el lugar vigésimo. Analizando cada uno de ellos, se observa que el porcentaje de obesos disminuye en la medida que aumenta el ingreso. Así por ejemplo el mayor porcentaje de obesos en los Estados Unidos está en la poblaciones afro-americana y mejicano-americana, los que están en general ubicados en los niveles socio¬económicos más deprimidos pero que en la actualidad han ido mejorando su nivel de vida. (gráfico2). La obesidad esta también en los países europeos, y las tasas más altas corresponden a los países ubicados en la región Meridional y Oriental, y no en los países de Europa Central.

Es novedoso también que el incremento se esta observando en niños de pocos años de edad. Chile no es una excepción y las evaluaciones realizadas en los últimos cinco años señalan que la prevalecía de la obesidad ha alcanzado al 7% en los menores de seis años y se eleva a un 17% en escolares, sobrepasando el 25% en adultos y adultos mayores. También aquí se confirma que las más altas tasas se encuentran en los niveles de población de bajos ingresos que han ido prosperando en los últimos años.

Los investigadores explican el incremento de la obesidad como consecuencia de los cambios de vida de la sociedad moderna, caracterizada por incremento del sedentarismo, con el consecutivo menor gasto calórico. Se dice también que la obesidad de los niños tendría la misma explicación, por la falta de ejercicio y las muchas horas diarias gastadas frente al televisor. Sin embargo da la impresión que el cambio de vida se ha ido produciendo varios decenios antes que apareciera el incremento de la obesidad. En USA, se inició sólo hace 25 años (1980) y en nuestro país ocurrió incluso más tarde (1990). Del mismo, si bien parece lógica la explicación de las horas gastadas frente al televisor, las investigaciones no logran correlacionar este hecho con el incremento de la obesidad.


Buscando otras razones

Necesariamente debe haber otras razones que expliquen por qué se ha perdido el riguroso control que el hipotálamo ejerce en forma constante sobre el balance calórico. Podrían ser factores emocionales negativos como estrés, aburrimiento tristeza, ira, que desequilibrando los sistemas de control central, lleven a incrementar la ingestión de alimentos. Sin embargo, si ello puede ser una explicación frente a determinadas circunstancias, es difícil que a ello explique la actual epidemia de obesidad.

Otra razón estaría dada por el excesivo uso de psicofármacos. Tanto las drogas antidepresivas, los estabilizadores del ánimo (incluyendo el litio) y también con las antisicóticas incrementan el apetito y el peso, llegando incluso a desarrollar diabetes y enfermedades cardiovasculares. Así por ejemplo, la droga Olanzapina (Zyoprexa) ingerida durante el periodo de un año llega a producir incrementos de peso que varían entre 10 y 30 kilos. Al actuar a nivel central interfieren en el riguroso mecanismo de control del apetito que lidera el hipotálamo. En USA se calcula que 1 de cada 6 personas, de todas las edades, están consumiendo a lo menos un psicofármaco. (Proc.Natl, Acad. Sci. Vol. 104, p.3456, 2007). El uso de estas drogas está muy difundido a nivel mundial, incluyendo nuestro país.

Se ha culpado también a cambios de la flora intestinal (La flora intestinal y la obesidad). Jeffrey Gordon de la Universidad de Washington afirma que las bacterias del intestino inducen variaciones importantes del peso de las personas. Ellas normalmente degradan los azucares complejo que llegan al intestino, liberando glucosa, la que inmediatamente se absorbe incrementando la disponibilidad calórica. Los autores encuentran que la composición de la flora microbiana es diferente en los individuos obesos con respecto a los delgados y cuando los obesos bajan de peso, esta también cambia. El los obesos predominan bacterias que son muy eficientes en la degradación de los azucares complejos (fermicutes) liberando más glucosa, mientras que en los delgados predominan las bacterias menos eficientes (bacteroidetes), que liberan menos glucosa. De este modo, según la predominancia de unas u otras aumenta o disminuye la oferta calórica y el peso. Por alguna razón ambiental ahora estarían aumentando las fermicutes, lo que se traduciría en mayor disponibilidad de glucosa. (Science vol. 212, p.1355, 2006).

Una razón que parece más plausible se relaciona con cambios recientes en los hábitos alimentarios. La epidemia de obesidad sería causada por el excesivo consumo de carbohidratos, almidones y azucares, todos los cuales por la rápida absorción de la glucosa generada llegaría a provocar una excesiva producción de insulina (ej.: una sola bebida gaseosa contiene en azúcar, el equivalente a diez cucharaditas de café). La insulina es el primer regulador del almacenamiento de grasas. Cuando la insulina se eleva se acumula grasa en el tejido adiposo y se dificulta su liberación desde el tejido graso. El hecho es que al acumular grasas incrementan el apetito y disminuyen la energía que se gasta en el metabolismo y la actividad física. En resumen, la obesidad no sería causada por una hiperalimentación o por incremento del sedentarismo, sino por una respuesta hormonal (insulina) despertada por el consumo excesivo de un tipo particular de hidratos de carbono que contienen los alimentos. (New Scientist, Enero 19, 2008, pág. 17).

Durante los últimos años se ha acumulado evidencias que factores ambientales adversos durante los primeros periodos de la vida, son causales de enfermedades degenerativas que se evidencian posteriormente durante la edad adulta (enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes, hipertensión, entre otras. (Barker D.L. Developmental Origins of Health and Disease. Cambridge University Press, 2006, p. 481). Durante las últimas semanas del desarrollo fetal y los primeros periodos de la vida extrauterina, existe una etapa crítica muy sensible, en que un déficit calórico puede afectar el programa genético, interfiriendo en su posterior desarrollo. Frente a una disminución del aporte calórico en esa etapa, el organismo se adapta disminuyendo el gasto calórico. Si posteriormente el aporte se normaliza, se restablece también el nivel de gasto, pero queda siempre por debajo del normal, porque los genes ahorrativos quedan programados para que continúen permanentemente más activos mediante mecanismos epigenéticos. En edades posteriores, si estos mismos sujetos enfrentan una dieta normal en calorías, estas les resultan excesivas y al no poder utilizarlas como energía no tienen otra alternativa que almacenarlas como grasas. Es así como una desnutrición precoz resulta posteriormente en obesidad, la que tendría sus verdaderas raíces en un menor consumo calórico que fue fijado durante los primeros periodos de la vida. Esta hipótesis que se ha ido confirmando, explicaría el por qué la obesidad está apareciendo en edades precoces y por qué su mayor frecuencia se da en las personas de menor nivel socio económico.

De ser cierta esta última alternativa (alimentación hipocalórica en los primeros períodos de la vida y posterior normocalórica en las edades subsiguientes), en nuestro país debería comenzar a disminuir la obesidad de las edades tempranas por el hecho que ya se ha controlado la desnutrición temprana. Al menos esto parece que ya está observándose en Estados Unidos, donde la creciente escalada de niños obesos ha llegado a su fin, estabilizándose el porcentaje de edad temprana. (Journal of the American Medical Association, vol. 299, 2008, p. 2401).


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